12 mayo, 2009

Federico García Lorca

Con diecisiete años y con una diferencia de apenas unos meses, leí dos libros de Lorca aparentemente muy distintos: Romancero gitano y Poeta en Nueva York, que me marcaron para siempre. Nadie ha dibujado imágenes tan profundas con las metáforas, nadie ha alcanzado en la poesía las cimas a las que él llegó. Nadie sabrá nunca hasta donde habría seguido elevando esas cimas si las balas fascistas no hubieran destrozado esa capacidad creativa con poco más de 38 años.

Un traje abandonado pesa tanto en los hombros
que muchas veces el cielo los agrupa es ásperas manadas

Todas las tardes el agua
se sienta a conversar con sus amigos

verte desnuda es recordar la tierra

Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.

Por tu amor me duele el aire
el corazón
y el sombrero

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