29 octubre, 2009

La pista falsa

Yo sigo insistiendo y presentandome al consurso de microrelatos de la Cadena Ser, pero el exito sigue tambien siendo esquivo. El de esta semana:
“El hombre lucía una inquietante sonrisa”. La frase apareció manuscrita en un papel dentro del bolsillo del cadáver. Entonces no sabíamos si lo había escrito el asesino o la víctima, pensamos que se trataba de una pista y analizamos con detalle lo que nos quería contar con esas palabras. Dejaba claro que no era una mujer, ni probablemente un viejo. Imaginamos un hombre de mediana edad. Completamos el retrato robot sabiendo que sonreía y nos quedaba por descifrar el motivo que generaba esa inquietud. Nos equivocamos. Ahora sabemos que el personaje nos engañó y él es el hombre que sonríe porque este cuento no tiene final.
Decía Ray Bradbury en su libro El arte zen de escribir que "al lector se le puede hacer creer el cuento más improbable si, a través de los sentidos, tiene la certeza de estar en medio de los hechos". Aqui el personaje se apropia de la libertad que aconsejan los manuales de escritura hasta el punto de tomarle el pelo al escritor y a los lectores. Parece que no he conseguido el objetivo, seguiré intentándolo.

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