06 diciembre, 2012

Los chatos


En una entrada anterior, relataba un episodio de la Guerra Civil en el que varios grupos de cazas de la aviación legionaria italiana derribaron a los dos últimos Potez de la Escuadrilla Malraux. Profundizando en el tema descubrí que, aunque la aviación nacional tuvo una clara superioridad en ese lance, los bombarderos republicanos no volaban solos. Les acompañaban tres cazas Polikarpov de fabricación soviética.


En el bando republicano, los nombres de las aeronaves fueron “traducidos” al habla popular. Así, los Polikarpov I-15 se conocieron como “chatos”, mientras a los del modelo I-16 se llamaron “moscas” o sus mayores enemigos, con los que se enfrentaron en el cielo de Motril el 10 de febrero de 1.937, los italianos FiatC32 eran conocidos como “chirris”.

Los primeros chatos llegaron a España en octubre del 36 y sólo un mes más tarde entraron en combate en Madrid, derribando a un Junker alemán que bombardeaba la capital. Mientras el bando nacional recibió desde el primer momento una importante ayuda por parte de la aviación alemana e italiana, clave para el triunfo del golpe de estado (sin la cual no habría sido posible el traslado de tropas legionarias procedentes del Norte de África y por tanto el éxito de la sublevación), el boicot internacional de las democracias europeas impidió a la República abastecerse de medios militares. Sólo la Unión Soviética le ofreció ayuda.



En enero de 1.937, cuando la presión de los nacionales sobre Málaga era angustiosa, mandaron varios chatos a defenderla. La patrulla estaba comandada por Kovalesky, conocido cono Casimiro, que murió en combate el 1 de febrero. Pocos días más tarde, todos los cazas habían sido abatidos y el ejército franquista dominaba sin oposición el cielo y el mar y tenía la ciudad a su merced. Sir Peter Chalmers Mitchell lo describe así en su obra Mi casa en Málaga:

“Por otra parte, el mal tiempo nos trajo la paz y el cese de los bombardeos. Pero era nuestra última paz. A partir del día en que el tiempo mejoró, los ataques aéreos y las alarmas se volvieron constantes. Hubo una lucha. Un grupo de trimotores volaba dando vueltas, cuando de repente, desde el mar subieron rápidamente dos aviones y luego bajaron en picado hacia los bombarderos, desapareciendo en el cielo hacia el noroeste. Las ametralladoras repiquetearon y  pudimos oír el ruido de explosiones. Después oímos que dos aviones rusos habían luchado con los bombarderos derribando uno de ellos, pero sólo uno de los cazas volvió y un hombre que se hospedaba en el Hotel Caleta Palace me contó que, durante toda la noche, estuvieron llorando dos camaradas del piloto que había muerto. Esa fue la última defensa aérea, porque el otro avión tuvo que ser retirado y, a partir de aquel momento, los aviones alemanes e italianos volaron sobre Málaga, a veces en formación y otras de forma aislada. El enemigo tenía el dominio del aire, del mar y de las montañas que rodeaban la ciudad”

Málaga cayó en las primeras horas del domingo 8, pero la desbandada se había iniciado un par de días antes. Durante más de un centenar de kilómetros a lo largo de la carretera hacia Almería, las decenas de miles de personas que huían fueron bombardeadas y ametralladas sin piedad por la marina y la aviación enemiga sin que nadie viniera en su defensa. No fue hasta el día 11 cuando aparecieron cerca de Motril las primeras aeronaves republicanas: los dos últimos bombarderos Potez de la escuadrilla de Malraux venían acompañados de tres chatos y trataron de frenar el avance de las tropas italianas que acosaban a los últimos rezagados. Muchos habían sido ya atrapados en la carretera. Los que tuvieron más suerte se vieron obligados a regresar a Málaga y otros fueron fusilados al instante.

Los cinco aviones republicanos, inferiores en número, acabaron derribados, pero les dieron un respiro a los fugitivos que huían. Los Polikarpov, con base en el aeródromo de Tabernas, pertenecían a la escuadrilla que estaba al mando de otro ruso: Osadchy.

Chato abatido el 11 de Febrero de 1.937

La República recibió 186 unidades de Polikarpov desde Rusia y, a partir de agosto de 1.937 y hasta el final de la guerra, se fabricaron en España un total de 237 “chatos”´. Al principio todos los pilotos eran soviéticos, pero poco a poco de fueron incorporando de otras nacionalidades.  En febrero de 1.937 había 4 unidades, la tercera y la cuarta estaban al mando de los comandantes Lacalle y Santamaría y formadas mayoritariamente por pilotos españoles. En la mayoría de las fotografías posan orgullosos. Algunos tenían escasa formación y pocas horas de vuelo, lo cual no les impidió que, pese a las muchas bajas, defendieran el cielo frente a un enemigo superior.



En la mañana del 11 de febrero de 1.937 la carretera que se alejaba de Motril estaba repleta. Durante varios días el cielo sólo había traído muerte, pero, cuando por fin aparecieron por levante las siluetas de los aviones, una brizna de esperanza inundó los corazones de los que huían.
Paul Nothomb, ametrallador del último Potez, recuperándose de las herdias

En recuerdo de los hombres que lucharon en el aire y de todas las víctimas que el fascismo dejó en la carretera.

Quiero agradecer a Fernando la información que me permitió corregir un pequeño error en una entrada anterior y que me ha ayudado con sus detalles a visualizar a esos aviadores para una escena de la novela. De paso recomiendo su blog


2 comentarios:

  1. Buenos días Jose María. Ha sido una enorme satisfacción encontrar tu blog. Estoy terminando un pequeño cuaderno sobre los restos materiales del frente sur de Granada entre Castell de Ferro y Motril y las imágenes del Policarpov derribado así como el del Potez cayendo sobre Castell de Ferro son muy interesantes. ¿Podrías indicarme la fuente para citarla? Muchas gracias y enhorabuena por el blog.

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    1. Fernando: Disculpa el retraso en la respuesta. Las fotos aparecen en una revista francesa de 2006: Airprofils Nº 2. Polikarpov I-15 Le Guerrier au nez camus ISBN: 2915205086 de J.Fernandez, P.Laureau, J.A.Cerda, J.Falco Editions TMA. Aprovecho para pedir disculpas por no haber citado la fuente

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